Como profesor me congratula contribuir a despertar el entusiasmo de los estudiantes para frecuentar la verdad, enfrentando junto a ellos los desafíos de las disciplinas humanas. En especial me refiero a disciplinas “humanas” en primera persona o “nuestras”, enfatizando un saber primero antropológico fundamental y vinculante con otras disciplinas ligadas a las fuentes de acceso a la verdad, como son la lógica, las comunicaciones y la ética. La contribución antropológica a la pregunta en primera persona “¿qué somos?”, orienta al estudiante en dos sentidos disciplinares fundamentales, además del propiamente antropológico: de un lado, le orienta hacia el análisis lógico y de la comunicación, lo cual hace perspicua la pregunta epistémica “¿qué podemos saber?”; del otro lado, siguiendo el significado socrático de la pregunta antropológica “cómo debo vivir una vida buena”, esta confronta al estudiante con la pregunta ética universal “¿qué debemos hacer, conforme a la dignidad humana?”. Pues bien. La lógica y la comunicación habilitan no sólo estrategias epistemológicas de reconocimiento, sino que capacita el ejercicio honesto de la comunicación pública; por su parte, la ética promueve en el estudiante la práctica de la pregunta ¿qué debemos hacer? a través del ejercicio dialógico, no sólo en diversos planos teóricos actuales como el contractual, utilitario, etc., sino que en el plano de la deliberación sobre el espacio público.